Alzira hace visible una vez más su solidaridad, en esta ocasión, con el pueblo ucraniano, por medio de la iluminación de las principales fuentes de la ciudad, de las plazas Mayor y del Reino, y del parque de l’Alquenència, con los colores de la bandera de Ucrania, el azul y el amarillo. Es una iniciativa de la Concejalía de Servicios Urbanos, con la cual quiere mostrar el contrasentido de masacrar a la población civil, y de la destrucción de poblaciones en la ofensiva perpetrada por Putin en Ucrania.
«En nuestra ciudad iluminamos las fuentes cada vez que se celebra algún Día Mundial relevante con el color que identifica cada causa, así que ahora no podíamos quedarnos de brazos cruzados ante la barbarie que esta asolando la nación de Ucrania», según Fernando Pascual, regidor de Servicios Públicos del Ayuntamiento de Alzira.
Cómo dijo el escritor estadounidense Henry Miller: «Cada guerra es una destrucción del espíritu humano». Desde la Concejalía de Servicios Urbanos recuerdan que en 1997 se rubricó en Kiev el «Tratado de Amistad, Cooperación y Asociación entre la Federación de Rusia y Ucrania», donde ambos países se comprometían a resolver sus controversias por la vía pacífica y diplomática, y basaban sus relaciones en los principios de respeto mutuo, la igualdad soberana, la integridad territorial y la inviolabilidad de sus fronteras. En 2013, y como consecuencia del resultado de procesos electorales, Ucrania experimentó episodios convulsos de protestas entre las facciones prorrusas y europeístas de Ucrania. El conocido como «Euromaidán» fue el despertar europeísta del pueblo ucraniano para que el presidente Yanukóvich diera marcha atrás en su intento de deshacer el acuerdo de asociación entre Ucrania y la Unión Europea. Las manifestaciones sociales acabaron con el exilio del presidente y la convocatoria de elecciones presidenciales en mayo de 2014. A partir de este momento se suceden los episodios de anexión de Crimea por Rusia y la declaración de independencia por parte de los parlamentos regionales de Donetsk y Lugansk. Ucrania ha intentado, sin éxito, acercarse más a la Unión Europea y al bloque de democracias occidentales del continente, siempre con las presiones desestabilizadoras de la vecina Rusia, que intervino directamente en la guerra civil que se sucedió en las regiones rusoparlantes del país.
El 24 de febrero y después de semanas de escalada de tensiones y la acumulación de tropas y material bélico en las fronteras rusas, la República Federativa de Rusia lanzó una invasión sin previa declaración de guerra sobre la región del Donbass, y bombardeó el conjunto de ciudades ucranianas. Centenares de muertos y heridos, y más de medio millón de civiles ucranianos desplazados que se han convertido en refugiados, un escenario de destrucción permanente y un drama humano que Europa no había experimentado desde 1945 y la Guerra de los Balcanes.